En el mundo actual, caracterizado por una dinámica transcultural acelerada, ambivalente e incierta debido al rápido deterioro de los valores sociales y familiares, la identidad y la integridad de las personas se han visto profundamente afectadas. Esto ha incrementado la confusión en la búsqueda de objetivos claros para construir una convivencia social y armónica.
 

Al mismo tiempo, afrontar los retos y crisis, pero sobre todo garantizar y establecer la Salud Integral de los Individuos. Esta salud abarca el desarrollo pleno de las capacidades físicas, mentales y espirituales del ser humano, además, la pérdida de conceptos fundamentales como el respeto, la honorabilidad, la unidad familiar y social han provocado una notable desintegración en diversos ámbitos.

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 A su vez, se ha disparado un indicador alarmante de esta situación, como el aumento en el uso y abuso de sustancias para modificar o aliviar el estado de ánimo, especialmente el consumo de alcohol y drogas.